Como todas las madres, pero esto también se aplica a los padres, me preguntaba cómo me iba a organizar cuando llegara un nuevo bebé. ¿Cómo puedo lograr cuidar a los niños pequeños grandes y a mi recién nacido al mismo tiempo con solo dos brazos? No podía imaginar dividir mi tiempo entre mis hijos. Quería poder conciliar las actividades del mayor con la presencia del hermano pequeño. Finalmente es en la simplicidad más extrema que coloqué a mi pequeño contra mí en elfular . Calmado, tranquilo, a menudo dormido al principio, aprovechó el contacto de mi cuerpo para convertirse en un pequeño ser en ciernes. Por mi parte, me tranquilizó poder cuidarlo, poder estar inmediatamente presente y disponible cuando lo necesitara. ¡Y luego estaba mi hija! Que tuvo que aprender a convertirse en una hermana mayor. Pero solo tiene su ritmo. Estaba encantada de poder aprovecharse de su madre para jugar, charlar, caminar, para poder admirar con orgullo a su pacífico hermanito. ¡Todos estábamos serenos de este equilibrio! Lo mismo sucedió con el cónyuge que también aprovechó el porteo para consolarse con la idea de que finalmente expandir la familia no era un desafío imposible.
Un poco de tela, un toque de sentimiento y mucho amor fue suficiente para simplificar nuestra vida cotidiana.
Llevar me permitió todos los días poder manejar a ancianos y cadetes en cada una de las actividades diarias. Mis hijos se turnaban para turnarse en elfular o portabebés para disfrutar por un momento de la comodidad del contacto con los padres. Y al final mis brazos, permanecieron disponibles para otras tareas: ayudar con la tarea mientras dormía al bebé, administrar las actividades manuales del grande mientras amamantaba, llevar a mi hija al bosque en busca de hongos y abrazar al bebé que se despierta tranquilamente de su siesta. Podía manejar todo a la vez, de manera muy simple. Mi recién nacido estaba despertando a la vida de acuerdo con nuestros momentos pasados uno contra el otro. Como si el embarazo y su fusión final fueran solo una etapa preliminar. Que su nacimiento fue en realidad el verdadero comienzo y que todo estaba aún por aprender. Pero tomó dulzura, tiempo y amor. Mi mayor en cuanto a ella, saboreó de nuevo momentos de carga que había abandonado unos meses antes para satisfacer su curiosidad por el mundo con los dos pies en la tierra. Lo necesitó por un tiempo. Solo para entender que ella seguía siendo ella y que yo seguía siendo su madre y mientras ella lo necesitara, estaría allí para ella. Pasaron los días y ganó confianza, recuperó su autonomía e independencia. Luego fue a imitación que continuó su aventura con el fulares. Comenzando a su vez a usar sus juguetes de peluche y bebés con el portabebés BASIC Love Radius. Con mucho amor allí de nuevo... Gracias al portaje me sentía fuerte, no llegaría a decir que era sencillo todos los días sino que si se volviera a hacer no cambiaría nada...