Mantener al bebé en una posición fisiológica adecuada lo asegura y lo ayuda a sentirse competente y activo en el mantenimiento de su cuerpo, aferrándose al portador. La capacidad y el balanceo del bebé llevado promueven la relajación de los músculos, el sueño. La posición erguida facilita la digestión, disminuyendo el reflujo y los cólicos. El bebé tiene una necesidad básica de sentirse contenido y envuelto. Esta seguridad emocional y física permitirá al niño bien llevado calmarse y sentir los límites de su cuerpo, sin luchar contra la gravedad para contenerse (brazos cruzados, piernas estiradas, cabeza hacia atrás...).
Esta posición favorecendo las extremidades agrupadas permite al Bebé meter las manos en la boca, una actividad que solía hacer en el útero y que ya no es posible tan fácilmente debido a la gravedad.
La espalda redonda y las rodillas levantadas dan como resultado una cabeza mejor sujeta. Esto evita la tensión en el cuello del bebé y evita que su espalda aún no madura tenga que soportar el peso de la cabeza.